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«Teoremas del fuego» de Maryfel Alvarado

Arkho Ediciones lanza Teoremas del fuego, de la poetisa venezolana Maryfel Alvarado, disponible en nuestra tienda


Este primer libro de Maryfel Alvarado (Ciudad Ojeda, Venezuela, 1987) nos acerca y asoma la posibilidad de aproximarnos por vez primera a la escritura de una autora cuya sensibilidad dice mucho, y dice muy bien, con creces, diríamos, de alta e incandescente calidad escritural de esta joven poetisa nuestra.

Novísima en el arte de poetizar, esto es, en el arte de juntar palabras como llamaradas recogidas “en la soledad de un río inconstante” (para decirlo con frases de Hesnor Rivera, 1928-2000), Maryfel Alvarado se nos muestra enteramente como alguien interesado en abordar limpia, serenamente la cotidianidad, su cotidianidad, nuestra cotidianidad, para así, desde un óptica de lo urbano, lo casero, aun lo casual, lo que se rememora, lo entrevisto a partir del asombro que se produce cuando la mirada toca, se posa y se hunde en las cosas, los objetos que en una especie de ritual a la mano acaban por descubrirse y revelarse como nuestro entorno vital.

Aun desde la ausencia, la tarea del poeta —que es siempre un buscador de abismos, de enigmas— está dirigida a indagar nuestra parte de sombra, aquello que más se nos muestra en un corte metafísico de nuestra existencia; es decir, lo que en definitiva podemos hondamente vislumbrar en ese nuestro esfuerzo por interpretar tales señales y gestos metafísicos.

De la metafísica como dimensión luminosa donde habita la palabra nos hablan los textos de la verdadera poesía, aquella encaminada a encarar y descifrar ese tinglado existencial al que tales palabras aluden.

No hay poesía sin atracción por lo enigmático, por lo oscuro, la oscuridad de donde salen todas las definiciones auténticas y ciertas de nuestra existencia.

Así están establecidas las nociones que conforman la aventura existencial del humano ser. Y nuestra poetisa se mantiene atenta a ese destino común de todos los poetas: indagar hondo en la periferia y en el centro de eso que nos incumbe a todos en cuanto seres humanos y como habitantes de este planeta y poseedores de esta realidad.

En el texto que abre su libro nos dice la poetisa (“La otra cara del abismo”):

“Ahora ando, camino, contemplo:/simplemente me dejo seducir ante el abismo./El apartamento está demasiado alto como para mirar/cuando la ventana me tienta y se desnuda ante mi poder./¡Cuánto amor, cuánto corazón se tira a la basura como a un pobre animal!/Como se mira a los miserables,/al mendigo que por una limosna se hunde en la desolación,/soñando en una incierta espera,/la mirada que le sirva de migaja.”

Por lo que hemos transcrito podemos perfectamente advertir la intensidad de estas palabras necesarias para nombrar el abismo y su sombra, el sol y su ausencia, la realidad y la irrealidad de nuestra existencia rodeada de avatares, de vicisitudes, de plenitudes y vacuidades, de completitud y de incompletitud en el exacto y más fiel retrato de nosotros mismos.

Ahora la transcripción de otro poema de la autora:

“Estas fronteras han magnetizado la noche./Como una cruel metáfora del exterminio/la soledad nos corroe/hace saludo en las más gratas reuniones hechas a la solemnidad/y los espacios están habitados,/visibles/por ese otro ser que apenas se percibe/entre otros seres:/tantos otros,/tantos muchos,/ muchos tantos,/brindis,/y palabras ad honorem de la promiscuidad de la palabra,/de la vacuidad de la fuga.”

Todo lo anteriormente expuesto nos conduce en una forma afaz clara e indiscutible hacia la protensión a saber que en el terreno de esta poesía hemos de pisar firmes y serenos para la posesión de ese tesoro de la inteligencia que es el poema escrito desde una auténtica experiencia espiritual donde lo- gramos encontrar nuestras huellas en tantos seres humanos y, por lo tanto, seres también para el cambio. Celebremos entonces finalmente la poesía de Maryfel Alvarado.

Jorge Luis Mena

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